Monday, August 22, 2005

LA PUBLICA Y LA REPUBLICA

Historia de una mala palabra con P de Patria
(por tonyn96)
El verbo latino putare, putavi, putatum, procede de un vocablo griego, budza, que significaba sabiduría hacia el siglo VI antes de Cristo. Aunque ya Grecia podía jactarse de Homero, Pitágoras y Heráclito -y se preparaba para inventar el espíritu de Occidente-, también incurría en la esclavitud, el desdén por la experimentación científica y la subestimación a las mujeres. En Atenas ellas carecían de los más elementales derechos.

Cuando una matrona ateniense moría, se le colocaba un epitafio indefectible:
"Cuidó a los hijos e hiló el telar". Una señora no debía asistir a fiestas, !así se realizaran en su propia casa!. Desde una cámara contigua al salón de los invitados podía escuchar la música, seguir las conversaciones y fisgonear un poco entre las cortinas, ¡faltaba más!, pero le estaba prohibido ingresar al salón, que estaba reservado a los hombres, los músicos, los sofistas y las hetairas -flores de la noche, máquinas de placer.

En Mileto la mujer era apreciada, quizá porque allí el homosexualismo masculino NO estaba tan extendido ni era considerado tan de buen tono como en otras ciudades griegas, especialmente en Atenas. En Mileto, la ciudad de Thales, el geómetra, las mujeres podían asistir a las academias y participar de la vida pública.

Pero Atenas era, pese a todo, el centro intelectual del mundo Egeo y a ella peregrinaban filósofos, artistas, retóricos y bohemios de toda Grecia. También las mujeres milesias tomaron el camino de Atenas. Habían aprendido en su patria artes y ciencias, y en los caminos, el amor. Los atenienses quedaron maravillados de estas mujeres que además de bailar y cantar conocían de historia, astrología, filosofía o matemáticas; con las que se podía reír antes del amor, y conversar después.

Para las esposas la fiesta fue entonces más triste. Budza devino en Pudza

La esposas estaban acostumbradas a que las hetairas les robaran por una noche el cuerpo de su marido, pero estas sabias, estas budzas, les estaban robando para siempre también el corazón. Toleraban sus retozos, pero verlo reír y conversar con otra es más de lo que una mujer puede soportar. Entonces la palabra budza, que era noble y antigua, comenzó a tomar en los celosos labios de las matronas entonaciones ásperas y significados maliciosos. "Sabihonda". "Sabida". El fonema beta, suave y bilabial, se endureció en una pi también bilabial pero explosiva, pudza. Luego, como si no fuera suficiente, como si el nuevo vocablo no tradujera bien todo el odio que albergaban, se fue haciendo más fuerte, marchó a Roma en libros y viajeros, y cuando llegó ya no era una palabra, era un escupitajo: ¡puta! Significaba, hacia el siglo I después de Cristo, sapiencia y meretriz.

Pero como en Roma no se fingía la virtud, la segunda acepción cayó en el vacío. En la sintaxis latina -lógica y sucinta- la expresión mujer puta era un cándido pleonasmo. "Basta con decir romana", aconsejaba Cicerón. Y así, por una de esas paradojas del lenguaje, la palabra que se había degradado en Grecia, una nación virtuosa, recobró su majestad en Roma, capital del vicio. Y luego, por una traslación semántica frecuente -del efecto a la causa- puta pasó de sustantivo a verbo, de sapiencia a pensar, y perdió toda connotación moralista.

Pero siguió viajando con las legiones por los caminos de piedra del Imperio, llegó a Hispania, resonó en posadas y alcázares, la sopesaron oídos moros y cristianos, la repitieron juglares y guerreros que inventaban el castellano con jirones de árabe, latín y lenguas iberas, la conjugaron con aplicación bachilleres y cortesanas, la discutieron gramáticos y retóricos, se estremecieron al oírla, sin saber por qué, ancianas y doncellas, la gritaron, por el sólo placer de paladearla, truhanes y señores hasta que el pueblo todo, autor de lenguas y dueño de famoso oído, ignorante por supuesto del griego, del latín y de toda esta historia, intuyó el verdadero significado de la palabra adivinando en ella un odio remoto; percatándose de que NO evocaba, al escucharla, la sabiduría; que NO había relación musical entre el significante puta y el significado pensar, y comenzó a utilizarla primero con malicia, con ironía griega, y luego con fuerza, como látigo —puta— para censurar mujeres generosas, sabias en lides de alcoba. La palabra había encontrado su verdadero y único significado, se habia vuelto pública.

Para terminar he aqui una original lección de etimología.

Décima de Clímaco Soto Borda


Si pública es la mujer
que por puta es conocida,
república viene a ser
la puta más corrompida.

Y siguiendo el parecer
de esta lógica absoluta,
todo aquel que se reputa
de la República un hijo,
debe ser, a punto fijo,
un grandísimo hijueputa.

2 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Excelente post!

4:43 PM  
Anonymous Anonymous said...

realmente bueno ;)

10:18 AM  

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